Elecciones 2015

Como todos sabrán; las elecciones para diputaciones federales, jefes delegaciones, diputaciones locales y gobernadores, tomaron lugar el domingo 7 de Junio. En esa ocasión me tocó participar como representante de partido en la delegación Miguel Hidalgo. Ésta fue la primera vez que participé en un proceso electoral de votación. Primero me sentía arrepentido, ¿cómo era posible que yo estuviera representando a un partido político?. Me costó mucho trabajo levantarme el domingo a las 6 horas para poder presentarme en mi sección electoral correspondiente. Justo ahí conocí al presidente de casilla. Lo puedo describir como un ciudadano común y corriente, de aproximadamente unos 32 años, muy delgado y de semblante muy amable. Y efectivamente así fue, el presidente de casilla era una persona muy amable. Luego llegaron los demás representantes de los diferentes partidos y los demás funcionarios de casilla (secretarios, escrutadores). Al principio pensé que el ambiente sería muy tenso; pero no pude estar más equivocado. El trato entre todos los que nos encontrábamos ahí en la casilla fue sumamente cordial. Se vivía un ambiente de mucha cooperación, y por qué no decirlo, hasta de alegría. Todo esto también me extrañó demasiado; me habían capacitado para ejercer presión sobre los otros partidos, para defender el voto del partido que me había "contratado", para "fastidiar" la elección si era necesario. Se vivía un ambiente sumamente violento en el resto del país, en los estados. Había oído de quema de boletas electorales, de candidatos muertos, del ejército y la policía federal desplegados para "salvaguardar" el orden en la jornada, pero en mi casilla las cosas eran sumamente diferentes. Una vez que nos presentamos todos y charlamos un poco, me dí cuenta que todos los representantes de partido eran personas no militantes de los mismos partidos políticos que los habían contratado; eran únicamente ciudadanos como yo, vecinos de dos o tres colonias aledañas, gente que se conocían de mucho tiempo atrás. Como dije antes, todos cooperamos, convivimos, platicamos, compartimos alimentos, nos reímos un poco de los diferentes partidos y sus candidatos; nadie se enojó u ofendió con los comentarios de los demás hacia los partidos políticos. De vez en vez los votantes saludaban, abrazaban y se quedaban platicando con sus conocidos dentro de la casilla, con sus conocidos de entre los representantes de partido.

De todo lo anterior reflexioné. De pronto me dí cuenta todos somos ciudadanos "encerrados" en el juego de la democracia. A todos nos habían obligado por ley o nos habían pagado para que atendiéramos el juego de las personas en el poder, de aquellos en busca del poder. La cordialidad, amistad y buen ambiente que vivíamos en ese momento, emanaba de nuestra condición de vecinos, de nuestra condición de ser ciudadanos antes que perros fieles de los partidos. Eran las dos cosas a la vez, una situación muy triste y una situación muy buena.

Todo continuó de la manera en que la mencioné, luego contamos los votos y asentamos los resultados en las papeletas electorales. Y después de una jornada de más de 15 horas continuas, cada quién fue a cobrar lo que les habían prometido; los montos iban desde los trescientos hasta los mil pesos. Al final hubo muchas sorpresas, algunos partidos habían ganado donde no se esperaba, otros se habían abierto paso prácticamente desde ceros, candidatos independientes ganaban algunos puestos, el abstencionismo brilló nuevamente, los votos anulados no fueron tantos como se esperaban...

En fin. Llegué a mi casa exhausto pero recobré un poco mi fe en la gente, de mi fe en los ciudadanos. Creo que sólo falta que de algún modo, algún evento extraño, nos una a todos para poder echar abajo la matrix en la que nos encontramos sumergidos gracias a los grandes poderes económicos y políticos.

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